Alex no quiere una mascota común y corriente. Alex quiere un dinosaurio. Pero cuando logra tenerlo, ¡resulta ser mucho más de lo que había imaginado!
Siempre hay que tener un deseo en el corazón. Y si es grande como un dinosaurio, mejor. Lo bueno de esta historia es que al lado de un deseo gigante, el de Alex que quiere tener un dinosaurio, está su abuelo que piensa que si el niño tanto lo anhela, debe tenerlo.